Desde hace algunos años varias denominaciones de
diversas religiones han abierto sus altares al matrimonio igualitario.
Así las cosas, bienvenidos todos los que quieran apoyar nuestra lucha, pero no olvidemos que nuestro campo es el derecho y no el religioso.
¿Las razones? Están las que con una real intención de
salvaguardar los derechos de todos y todas reconocen el sacramento matrimonial
a quienes así lo soliciten. También están las que lo hacen simplemente para
mantener y obtener adeptos y así no perder su franquicia religiosa.
Países como Puerto Rico, donde las iglesias disfrutan
de una cantidad absurda de beneficios que el resto de la sociedad jamás tendrá,
sirven de cuna para el extremismo religioso. Estos "sepulcros
blanqueados" son los dinosaurios dentro de la amalgama de líderes e ideas
religiosas. Son estos "fariseos" como los de la historia bíblica en
Mateo 23: 4: "Porque atan cargas pesadas y
difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos
ni con un dedo quieren moverlas." Son estos los que con su retórica de
odio se han convertido en un lastre para el adelanto social, económico y
en materia de derechos humanos entre otros aspectos.
Ahora bien, si alguna denominación
quiere apoyar el matrimonio igualitario, bien por ella. Y es ella la que tiene
que rendir cuentas a sus miembros sobre sus acciones. Pero esas movidas
religiosas no son vinculantes a nuestra lucha ya que nuestra lucha no está
amarrada a religión alguna. Nuestro movimiento
busca reivindicar nuestros derechos en el campo del derecho y no en
el de la fe.
Queremos que sea el Estado el
que reconozca nuestros derechos a ser felices con
quien nuestro sentimientos nos dicten y no con quienes un
grupo cree que debemos estar. Queremos que sea el Estado, guiado por
los más básicos derechos y libertades democráticas, quien
cumpliendo con su deber ministerial de velar por la igual protección de
las leyes establezca como política publica
el que todos y todas podamos contraer matrimonio civil.