Las expresiones de los creyentes nacen desde su más
profunda homofobia. No solo mienten al decir que las parejas formadas por
personas del mismo sexo no están capacitadas para criar niños, sino que carece de
total lógica y base científica.
Le pregunto a los fundamentalistas religioso, cuando una
pareja compuesta por personas lesbianas, gays, bisexuales o transgéneros (LGBT)
tienen un hijo o hija de manera biológica, ¿lo crían mal? ¿Lo crían falto de
amor, respeto y comprensión? La respuesta es un rotundo NO. A los hechos me
remito. Pues entonces, ¿por qué si una pareja del mismo sexo adopta criaría mal
al adoptado?
Lo más sorprendente es que ellos, quienes dicen
defender el mejor bienestar de los menores, son quienes tienen la mayor tasa de
agresiones sexuales, físicas y emocionales hacia niños. ¿Cuántas parejas de
personas LGBT han violado, maltratado o asesinado a sus hijos, tanto biológicos
como adoptados? Ahora hágase esa misma pregunta pero con parejas
heterosexuales.
Estos fantoches dicen que “plantear la cuestión de la
adopción como un ‘problema de discriminación’ de las parejas homosexuales
supone, incluso de modo inconsciente, hacer pasar, por encima del mejor interés
del menor, los intereses de grupos”. La realidad es que si están discriminando.
Pretenden condicionar la adopción a la orientación sexual de los adoptantes a
fin de negársela y eso es discrimen.
Lo que deberían hacer estos fulanos sacados del Medioevo
es dejar de mentir y hablar bazofia y dedicarse a sanear sus iglesias a fin de
limpiarlas de corruptos, violadores, agresores, pedófilos, narcotraficantes y
demás ladillas sociales.
Quiero dejar algo claro: NO nos oponemos a que la iglesia se exprese. la iglesia, como todos los sectores de la sociedad, tiene total derechos a la libertad de expresion y asociaión. Nos oponemos a que pretendan imponer sus posturas arcaicas y vetustas a fin de adelantar sus creencias religiosas. La religiosidad es una práctica individual y en nada debe interferir con la administración laica que nuestra constitución manda para el Estado.